martes, octubre 24, 2006

MI PERSONAJE INOLVIDABLE






Por Jorge Zayas*


Lo conocí hace muchos años, muchos años, y, por raro que parezca, nosotros, que habíamos de ser buenos amigos, tuvimos una entrevista muy poco cordial. A mí me resultó chocante y hasta grosero, aquel individuo flaco, de pie de patilla a lo Rodolfo Valentino... Y él, por su parte, tampoco se formó muy buena impresión de mí, porque avancé hacia él, y en un intento de amabilidad discreta, le dije: «Mi Coronel, la excelsa ejecutoria de un hombre predestinado, inutiliza la eficacia del ditirambo.» Él se volvió a Pedraza, y le preguntó: «Oye, Eleuterio, ¿quién es ese joven idiota?»

Claro que ambos modificamos, muy pronto, esa primera desagradable impresión. A mí me bastó un rato de charla con él para comprender que era un gran demócrata...; me bastó un breve intercambio de comentarios para analizar su preclara mentalidad... Y cuando, dándome la mano, me dijo: «No se preocupe, que ya le buscaremos un puestecito», me di cuenta cabal de que Fulgencio era un hombre de sólidos valores espirituales.


Él también cambió de opinión acerca de mí... Recuerdo una tarde en Kuquine, cuando el viento de otoño rumoreaba entre los árboles, y nosotros -Fulgencio y yo- charlábamos a media voz entre copa y copa de champán... Corría el año turbulento de 1958, tan lleno de amargos presagios, y el General me acababa de preguntar con conmovedora sencillez: «Oye, Jorgito, ¿cómo tú vez la cosa?» Yo respondí prontamente: «Admirablemente, mi General. La paz y el orden reinan en todo el país. En medio de unos comicios de ejemplar respeto ciudadano, acaba de ser electo el doctor Rivero Agüero que -quizás con menos genialidad, pero sin duda con la misma honesta firmeza que usted-, llevará adelante la antorcha flamígera del 10 de marzo.» El General demoró en contestar. Se quedó mirándome con un destello de penetrante lumbre en sus ojos, y luego, serenadamente, dijo: «¿Recuerdas, Jorgito, aquella vez en que te llamé joven idiota?» «Sí, mi General», contesté yo. «Pues bien -musitó-, has cambiado mucho. Ya no eres tan joven.»



Muchas son las razones que tengo para pensar en Fulgencio, como mi personaje inolvidable... Pero bastaría una solamente... Aquella conversación telefónica que sostuve con él, el 24 de diciembre de 1958:

-Mi General -le dije-. lo llamo para desearle felices Pascuas y un venturoso Año Nuevo. -Y. con mi habitual discreción, agregué-: Y de paso, para ver si ya estaba mi chequecito.

-Efectivamente -respondió él-, efectivamente..., pero no te apures, ven a buscarlo el día primero y nos tomamos una sidra.

¡No, nunca podré olvidar esa conversación..., porque dejé un cheque de cinco mil cocos en Palacio; y el día primero, lo iba a buscar un toro!

*El autor de este conmovedor relato, el doctor Jorge Zayas, es un distinguido luchador por la libertad de prensa en toda la América Latina. En pocas líneas de prosa fragante y sencilla, nos ofrece la imagen de un gran demócrata. El doctor Zayas -hoy huesped de los EE.UU.- perpara actualmente un libro de versos llamado a alcanzar gran popularidad: La siquitrilla trémula.

SALACIONES del Reader's Indigest Tomo XXXIX núm. 231 Febrero de 1960
Condensaciones de paquetes de estupidez permanente coleccionados en folleto

posted by Marcos Behmaras at 2:54 p. m.

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Acerca de mí

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Nombre: Marcos Behmaras
Ubicación: En algun lugar de, Cuba

(1926-1966) A los 17 años se afilió a la Juventud Socialista. En la década del 40 comenzó su actividad como libretista en la radio emisora Mil Diez del Partido Socialista Popular, para la cual escribió programas como Radio locura Mil Diez y Ronda infantil.Al inaugurarse la televisión pasó a escribir libretos humorísticos (algunos para los conocidos actores Garrido y Piñero) y espacios de tensión como El rostro del destino y El hombre flaco. Fue el primer guionista del popular programa Detrás de la fachada.En 1955 dio a conocer en la revista clandestina Mella, de la Juventud Socialista, el personaje Pucho, en tira cómica con dibujos de Virgilio Martínez y ocultos ambos tras el seudónimo Laura. Fue detenido y fichado por las fuerzas represivas de la dictadura de Batista.Después del triunfo de la Revolución, dirigió Radio Progreso y Radio Habana Cuba (al fundarse ésta en 1961) y fue vicepresidente del ICR a cargo de la televisión.A partir de su creación en 1965 dirigió el suplemento humorístico El Sable del diario Juventud Rebelde. Gran parte de sus publicaciones humorísticas aparecieron sin firma. Falleció en un accidente automovilístico.

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